El Señor Jesús, en Su Sermón del Monte, dejó claro que el seguimiento fiel de Su camino trae consigo la incomodidad del mundo. Los creyentes son llamados no solo a vivir en la verdad, sino a regocijarse cuando esa misma verdad provoca rechazo y oposición. Los puritanos, con su devoción profunda y su celo por la santidad, entendían bien que la verdadera fidelidad a Cristo implicaba sacrificio y pruebas. Ser despreciado o perseguido por causa de la justicia es, paradójicamente, una señal de bendición y favor divino.
Reflexión y aplicación práctica:
John Bunyan, el autor de El progreso del peregrino, escribió su obra maestra desde una celda de prisión, comprendiendo que la persecución era una evidencia de su fidelidad a Dios. Hoy, somos invitados a tener la misma perspectiva. Cuando seamos menospreciados por mantenernos firmes en las enseñanzas de Cristo, debemos recordar que estamos siendo partícipes del gozo celestial. La oposición de los hombres es, de hecho, un testimonio de que la luz de Cristo en nosotros ha llegado a perturbar la oscuridad de este mundo.
Cuando sientas el peso de la crítica o la burla, detente y contempla que estás caminando la senda de los profetas y mártires. No es tiempo de ceder al temor ni de buscar la aprobación del mundo, sino de levantar la mirada y encontrar gozo en el favor y la compañía de Aquel que ha prometido nunca dejarnos ni desampararnos.
Oración:
Dios Todopoderoso, te agradezco por la gracia de poder seguirte aun en medio de la oposición. Dame la fortaleza de mantenerme firme y el gozo de recordar que todo el cielo me respalda cuando soy rechazado por Tu nombre. Ayúdame a responder con un corazón humilde, confiando en que mi recompensa está en Ti y no en los hombres. Hazme fiel como los santos que han caminado antes que yo. Amén.
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